Ser fiel a la iglesia romana implica apegarse sin vacilaciones a la Sagrada Tradición, obviando las barbaridades doctrinales y las secuelas calamitosas crónicas de esta. Si la Tradición emasculó los Diez Mandamientos, inventó la mariología, el Purgatorio, el papado, los sacramentales, no es significativo. Igual el fiel se apegará a la tradición eclesiástica, sin bisbisar preguntas quisquillosas o descomedidas. El Magisterio, con su historia zaina y alabeada, es el pervertidor constitucional del nuevo pacto. Sólo el Magisterio perfora la Biblia y grita eureka. Y si con todo esto alguien se salva, mala suerte nomás.
Gálatas 1:6-9; Deuteronomio 15:5; Deuteronomio 4:2


NO SEAS CATÓLICO
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De “Las sotanas de Satán”.
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