En otra época movilizaron ejércitos y a un clero completo para evitar que los bautizados escudriñasen la Escritura. Se aseguraron que la ceguera fuera absoluta predicando las misas en un latín a veces borroso, poco pulcro. El pueblo católico se habituó a vivir su incultura, su paganismo y su concupiscencia con la Biblia cerrada, en oscura paz. Otros no se comprarán una o la usan de búcaro. Si los hijos de María no están obligados a llevar una Biblia a la misa, es porque rehúyen grácilmente de la llenura del Espíritu Santo. Nadie ambiciona más imbunches, otro Wittenberg, un millón de reformadores más. Todo católico que escarba el Nuevo Testamento con arrepentimiento, oración y sin cedazos, se convertirá en una migraña más del obispado y en un hermano separado de la Tradición. Bautizado que no remueve los Textos Sagrados y que no acepta con todo su corazón a Jesús como su Amo y Salvador personal, continuará siendo un católico de fuste. En esto consiste el amor y la buena nueva en el almo concilio vaticano segundo.
2 Corintios 5:17; Mateo 22:29; Salmo 119:105; Deuteronomio 6:6-9


NO SEAS CATÓLICO
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De “Las sotanas de Satán”.
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