Como por la virgen María pasan todas las gracias, favores y bendiciones, los santos y beatos renunciarán a sus cargos. María la acaparadora, los arrinconó en el baño. Un chofer de buses se encomendó a Cristo el protector, a María la protectora, a San Cristóbal el protector del gremio y a San Ignacio, por manía de su casa. Este chofer no se desencola de sus cuatro fantásticos. Si todos los anteriores intercesores se acobardan, el galón de reserva es ese santo de los milagros imposibles, el cid campeador de las tercerías. Este astro no falla ni amordazado.
Salmo 121:3; Proverbios 12:21; Santiago 4:10


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De “Las sotanas de Satán”.
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