I
El pecado mortal que danza libremente en mi alma me angustia, lloro a mares por mi transgresión acompañado de una crisis de pánico. Mi despertar es un sobresalto incesante. He confesado trescientas quince veces mi apetitivo pecado fatal. Una absolución continua es mi esperanza árida.
II
Sin absolución no hay comunión,
sin reconciliación con la Iglesia no hay absolución,
sin contrición no hay reconciliación,
sin confesión al cura no hay contrición.
Sólo en Cristo hay salvación y perdón.
III
El pecado mortal asesina tu alma, liquida tu ser, es caer de un vigésimo piso sin zapatos. La gracia santificante se hace polvo, quedas desjustificado, expulsado del juego glorioso. La Penitencia es el quirófano, la puerta de escape, el paracaídas. Si no bajas al sepulcro rejustificado dormirás en un fogón. Mira al sacramento, con escrupulosidad.
Juan 3:16
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