Entre los garabatos reducidos y el buqué me afirma que es una cristiana católica, que es una devota: de la virgencita, pero en ningún caso del fundador del Opus Dei; de algunas farsillas, de estirar holgadamente la lengua, de la estulticia y de un abanico de lubricidades vitales. Impregnada de humo y cerrazón, me indica que no comenta con el párroco el horóscopo, las telenovelas, la alcahuetería, las fornicaciones interminables de la grey, la inverecundia o las roñas de la tele católica, porque éste se encoleriza precipitadamente con los vicios, ensalmos y lascivia populares. Al primer asomo de paganismo en la feligresía, el sacerdote se pone intemperante y yudoca. Ella se ríe, por acatamiento a la Tradición, una hora después de la peregrinación de los chistes picantes y sin caerse al suelo, al lado de su lacho y sin apagar el cigarro. No se perdonaría aparecer como una insensata, la virgencita tampoco.
Mateo 24:13; Juan 5:40
NO SEAS CATÓLICO
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De “Las sotanas de Satán”.
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