Y el que estaba sentado en el trono tenía un libro en su mano y preguntaba: ¿hay alguien digno aquí de abrir este libro? Y no había nadie digno de abrir el libro, tampoco María, la que se supone que ascendió al cielo y que vive cerca del trono y que intercedería por sus devotos paganos. Ella tampoco fue digna de mirar el libro, porque todos somos indignos, incluso María.
Apocalipsis 5:2-4


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De “Las sotanas de Satán”.
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