martes, 7 de febrero de 2017

El regalo inmerecido


I

La redención en sí es un regalo, propiedad firme, en el cual el mérito no participa. Todos mis pecados los pagué en la cruz. La innovación del purgatorio es infértil. No todos los salvados ocuparán el mismo sitio en el santo cielo, mas el cielo es gratis, por la fe en Jesucristo, por su sangre. Las buenas obras no generan la vida eterna, y sí son un elemento vital en cada cristiano. Que el Padre me sorprenda convertido a Cristo, clamando por la llenura del Espíritu Santo. Las indulgencias y el purgatorio son una burrada elegante. Sólo Cristo es el purificador de los pecados. El que no desestima la Tradición, de la gracia cae. El mérito humano es hojarasca y nada más. Los gálatas pretendían que la circuncisión fuese una fracción de la justificación, el papado pretende lo mismo con el bautismo infantil. La gracia es gratis y nadie la merece, la salvación es gratis y nadie la merece. Todo pecado se confiesa directamente a Dios Padre, a través de Jesucristo, en el ministerio de Dios Espíritu Santo.

II

Las buenas obras no son un elemento de la salvación, son un componente de la conducta del salvado. Por la fe en Cristo Jesús me arrodillo delante del Padre, me arrepiento de mis pecados y me redimo, sin más, aceptando en mi corazón a Cristo como Señor y Salvador. La fe es contada por justicia. Una fe sin obras no es fidedigna.

Romanos 1:17

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