martes, 7 de febrero de 2017

El reanimante rezo colectivo



Toman aire hasta el fondo, y suprimiendo el agua y los entretiempos, principian otra vez. Bien concentrados y engatusados corean acérrimamente el padrenuestro y más el avemaría. Al que delata asma le muestran una tarjeta amarilla. Van todos al mismo paso, como en un tranvía.
Grupos experimentados resisten varias horas seguidas: lucen medallas de oro, premios de consuelo y un alma tropezada y cada vez más fría. Un loro con sotana es el gallardete de esta maratón. Este gimnástico evento es legendario y sacro, ninguna de las víctimas reclamaría.
Toman aire hasta el fondo y recomienzan sin flaquear ni mirar para el lado. Estar aperado de unos buenos pulmones es provechoso, la bronquitis es apóstata e inapelable. No es cardinal un corazón desmantelado. Del cielo María los divisaría con ternura, cronómetro en mano ve atracar sacos de alegría. Sin técnicas de respiración o preparación previa, algunos católicos de latón aguantan la mitad de un día.
Rezan y rezan alienados hasta el nock out. No se variará la letra ni la velocidad. El que reivindica una gaseosa no progresará en esta macarrónica y perniciosa religiosidad.

Mateo 6:7


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De “Las sotanas de Satán”.

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