martes, 7 de febrero de 2017

Los dones del celibato forzoso


I

Los apóstoles de Jesús eran esposos y padres, con la intimidad sexual de los seres normales. Los obispos desestimaron a las mujeres y aprobaron el cargante y fiero celibato perpetuo global. Con un amor limpio, consentido por Dios, tampoco formalizarán su idilio con un himeneo. Ningún papa, por loco que esté, desea a hijos de sacerdotes heredando tierras y fortunas, paridas para sumarlas al capital romano. El Estado Vaticano S.A., valora substantivamente ese voto de pobreza espeso, de sus penados.

El siervo que halla esposa idónea halla el bien.
Los obispos deberían llevar un matrimonio dechado.
El erotismo con la desposada es beato.
Los sacerdotes de Cristo desarrollan su ministerio
con un anillo en el dedo, con el nombre de ella.
Es terrible acecinarse sin la suavidad de una mujer.
La pasión conyugal se acicala en los orantes.
El celibato romano es una castración ridícula.
El evangelio les insta a ser maquetas de la grey.
Es impúdico enlazar el celibato al sacerdocio.
Defienden con un espetón la institución de la familia
y les da miedo predicar en vivo, labrando una.
¿Con qué visaje sermonean a los casados?
El llamamiento de Dios al pastorado fortalece
la vocación de padre, esposo y amante.
El papado preservará su mano de obra barata.
Mantener a un cura católico romano, a su esposa
y a sus diez hijos, educándolos, es un dislate.
El Vaticano ordenó con una sonrisa economicista
mortificar la intimidad de los presbíteros y monjas.
Los consuelan con una religión ida que no da serenidad.
Con el celibato forzoso truenan contentísimos los pedófilos incomponibles, los sadomasoquistas, los beatones, los masturbadores furibundos, los bisexuales, los tenorios en apogeo y las masas de homosexuales bullidores. Los gallinas, que se consuman de angustia.

1 Corintios 9:5; 1 Corintios 7:9; 1 Timoteo 3:4

II

¿Descargaré mi apetito sexual y amor a Eva dándole de comer a los pobres o predicando de los primeros auxilios de la virgen María, o tal vez recibiendo los consejos estatutarios de un obispo que tal vez sea más carnal que yo? ¿Con los octillones de pecados sexuales del clero por año, que diligenciará la santa sede?

III

Aquel seminarista aspirante al sacerdocio poseía un latifundio y estaba enamorado. Con el voto de castidad renunció a la formación de una familia, segura heredera de su patrimonio. Con el voto de pobreza renunció al rancho y a los terratenientes eternales les entró la apetencia. Con el voto de obediencia su alma declinó. Hasta la vista a los legatarios del patrimonio, a la lisura de una dama. Adiós a Dios. Castidad, pobreza y obediencia, tres votos sacros que sostienen la hacienda romana revalidando el control sobre sus empleados. Desde el ángulo eclesiástico remuneracional lo más halagüeño es un sacerdote doncel, papamoscas, soso y con anteojeras. Si cada cura se casara y procreara católicamente, el presupuesto del Vaticano reventaría y bajarían el telón por falta de un mecenas, o se verían en la infausta obligación de adherirse a algunos negocios turbios, seleccionados con reverente galanura, para así financiarse decorosamente.

1 Timoteo 6:10-11; Mateo 23:25; Mateo 4:10

IV

A la multinacional le transferí todas las horas de cada jornada, todas las jornadas de cada calendario, mi perspicacia, mi iniciativa, mi laboriosidad. Me encanecí siendo leal al obispo, atrofiando mi sexualidad, escuchando las confesiones de incorregibles, peregrinando con imágenes de yeso en todo lugar. Soy un sacerdote añejo y jubilado, lo que implica que soy un desmantelado más, un infeliz ¿Por qué el pudiente Vaticano trata mal a sus funcionarios retirados, a su mano de obra barata?

Salmo 62:12

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De “Las sotanas de Satán”.

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