martes, 7 de febrero de 2017

Los sucesores de los apóstoles



El solemne obispo el asunto maneja,
la avispa quería, mas no se le asemeja.
En la catedral se autoconvencen de que son ovejas,
siendo que se cerraron como las almejas.
Algunos cabritos hartan más que las abejas.
Creen en la liberación del pecado, ¡que moraleja!:
jamás han desenredado la madeja.
Jesucristo los tiene entre ceja y ceja
y a la generalidad aún no les cae la teja.
Se les eriza el pelo por la falta de una pareja,
otros se antojan, siempre que no sea muy vieja.
Los menos regodeones se conforman con una torreja.
La selva de sodomitas no se fondeará tras una reja.
No transferirían su patriciado por un costal de lentejas.
El Espíritu les vocifera que la rutina es boba y añeja
y la posibilidad de exteriorizarlo todo se aleja.
Demandan que el encalabrinado purgatorio los proteja.
En el juicio final no se consentirán tradiciones o quejas.

1 Timoteo 3:1-7; Jeremías 1:9-10; Hechos 6:2


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De “Las sotanas de Satán”.

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