lunes, 6 de febrero de 2017

La jurisconsulta



La santa sede aprueba: “Ea pues Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”. ¿No es Jesucristo el único y más que suficiente abogado entre Dios y los hombres? ¿por qué lo que le piden a María en las jaculatorias no se lo piden al Cristo Todopoderoso derechamente, si no hay ningún inconveniente escatológico y si el Nazareno también es confiable y afectivo, como lo corroboró el ciego Bartimeo en Jericó y si el Vaticano no se irrita con los que oran a Cristo, aún? María estaría sentada a la diestra de Cristo, así como lo estuvo en la eminente última cena y en las tantas predicaciones y sanidades del Señor.

1 Juan 2:1-2; Salmo 62:5-8; Salmo 37:7; Hebreos 4:15-16; Juan 14:16; Lucas 17:13; Marcos 10:46-52


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De “Las sotanas de Satán”.

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