martes, 7 de febrero de 2017

Todo desalaba al limbo


Esa iniciativa de Jesús de decir de los niños: “...de los tales es el reino de Dios”, ya no corre: es una bravata, una salida de madre ¿Quién se cree que es que no ponderó su acotación? Al Redentor no se le comunicó apropiadamente de las exquisiteces del bautismo infantil. Al limbo se van los niños muertos no bautizados, al purgatorio chico, al alfoz de caoba. El limbo surge del brete y forcejeo teológico de ubicar con imaginación en algún sitio que no sea el centro del cielo, el infierno o el purgatorio, a los niños fallecidos no bautizados. Sorbieron un bocoy de su propia medicina.
Esta imperiosa cuarta estancia se llama limbo, algo así como la periferia de la bienaventuranza. Esa pertinaz pretensión de Jesús de convertir a los niños en herederos directos del reino de los cielos, por su sola condición de tal y sin discriminaciones, es una herrada de agua gélida al rostro del papa, ya que le descuartiza su bautismo infantil, su condumio de fiemo, de un solo sopapo. Todos los niños del globo son tres veces santos y el bautismo de bebés es sólo un empadronamiento para que los usuarios no deserten ni vacilen, con la eterna excusa del sacramento prodigioso ¿Qué se cree Jesús de Nazaret que es?

Marcos 10:13-16


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De “Las sotanas de Satán”.

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