El creyente queda tan lleno y relleno con la misericordia de Jesús de Nazaret, que nada más le cabe ni precisa, recibiendo de Él la salvación y la bendición plenas. Cristo es muy misericordioso, compasivo y completo. Por algo es el Hijo de Dios, el Cordero de Dios. Su misericordia es directa, seca y prolífica, sin madres ni aderezos ni balones de oxígeno. La misericordia del Padre fluye sólo a través de Cristo, el único mediador de todas las gracias, sobreabundantemente, con la cooperación ineludible y más que suficiente de Dios Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Trinidad.
Santiago 5:11; Marcos 1:41; Mateo 9:27; Mateo 15:22; Efesios 3:19; Mateo 20:30-31; Salmo 9:13; 2 Corintios 1:3
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De “Las sotanas de Satán”.
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