lunes, 6 de febrero de 2017

La gloria de la reina


(paráfrasis)

Aprehende el balón en su área, elude a los delanteros, cruza el mediocampo, burla a los defensas, con un enganche sobrepasa al guardameta, queda en el área chica y gol del rey Pelé. La afición católica se pone de pie y se rajan: ¡Viva la santa madre del rey Pelé! Celebran el triunfo con un sambódromo dedicado a ella. Por este gol de Pelé, su madre se merece una escultura, pegatinas, murales promovedores, escapularios, una furgoneta cargada con sonetos y loas, una multitudinaria romería por el subcontinente con ella estampada en la camiseta del equipo y un feriado deportivo por bimestre. Queda despejadísimo eso sí que toda la gloria futbolística es para el rey Pelé, sin pícaras excepciones o disquisiciones agudas, entre gallos y medianoche. En este punto no hay cesión posible o irresoluciones. En cada estadio de Brasil se instaló una colosal estatua de la madre del todocampista, con sus manos extendidas. Con ahínco los forofos le piden a ella que Pelé golee y gane más campeonatos. La mamá del rey Pelé es cojugadora y perpetuo socorro. Cuando la fanaticada la ve antes de cada partido, se pintorrean las mejillas y compran champagnes. En los exclusivos homenajes a Pelé chillan: Viva la madre del rey Pelé, viva la madre auxiliadora, viva la reina del balompié, viva la dueña de la pelota. Toda la gloria deportiva es para Pelé y sólo para el Rey Pelé, sin pillerías. En este punto es inadmisible un concordato. Falta mármol para las maternales efigies.

Romanos 16:27; Efesios 2:18; Efesios 3:11-12; Deuteronomio 4:15-16; 2 Corintios 13:14; Filipenses 4:1


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De “Las sotanas de Satán”.

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