La fe de María no rebasó a la de otros magnos ungidos, lo mismo sucedió con su rectitud y consagración al Señor. Llena de gracia como el héroe Esteban y otros. Su salvación no varió a la de los apóstoles. Cristo murió por ella también, irrefutablemente. Fue elegida como Abraham, Moisés, Juan y otros. Su agonía en el Gólgota no fue más terrible que la de los santos quemados vivos por la Inquisición. Otros sí fueron señalados tácitamente como grandes del reino. Acogió una singular e indispensable misión desde el mismo reino de los cielos, como otros.
Hebreos 11:1-33; Efesios 3:19; Mateo 11:11; Hechos 6:8; Deuteronomio 34:10-12; Isaías 6:6-9; Jeremías 1:8-12
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De “Las sotanas de Satán”.
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