lunes, 6 de febrero de 2017

El primer bebé de María



Jesús era el mayor de sus hermanos,
el primogénito de María, no su unigénito.
Jesús era el unigénito del Padre, no su primogénito.
Gloria al unigénito o único Hijo del Padre, el Salvador.
Gloria al primogénito o primer hijo de María, el Salvador.

Esta explosión nuclear destruye por completo los pilares de la superstición docta y transforma a la mariología en lo que es, un fraude espantoso, un tocomocho. El Espíritu Santo usó con luminosidad la palabra primogénito en dos evangelios para que ningún irreverente se confunda o niegue la fogosa sexualidad con su esposo. El lenguaje del nuevo pacto es llano y cristalino en el que anhela ser certero, manso y salvo.
Primogénito es primogénito y no unigénito.
Unigénito es unigénito y no primogénito.
¿Encumbrado sea el primogénito del Padre, entonces..?
Si no le crees a san Mateo, créele a san Lucas.

La palabra griega hermano significa hermano. Pablo habló de los hermanos carnales del Señor, no de sus primos, no de sus sobrinos. Del normal matrimonio judío de José y María nacieron siete hijos, que era lo común. Si el escritor sagrado hubiese sabido que Jesús no tenía hermanos carnales, no habría cometido la torpeza de usar la palabra primogénito, innegablemente. El Espíritu Santo es el fiscalizador final de la Escritura. Cuando al Salvador le hablaban de sus hermanos, nadie ilustró que era el hijo único de María. Los vocablos “primogénito” “conoció” “hermanos” descifran el logogrifo que nunca fue tal.
Gloria a Jesús de Nazaret, el unigénito del Padre.
Gloria a Jesús de Nazaret, el primogénito de María.

Lucas 2:7; Mateo 13:55-56; Juan 3:16; 1 Corintios 9:5; Mateo 1:25; 1 Corintios 7:3-5


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De “Las sotanas de Satán”.



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