lunes, 6 de febrero de 2017

La procesión va por dentro


Con una vela en la mano siguen despacio a María. El recogimiento también desanima a los alegres y los peregrinos caminan seráficos y nostálgicos. Los de tozudo corazón sólo marchan para Cristo. Al que porta más años al servicio de esta amaurosis lo ponen en primera fila con cara de comisario. Los practicantes deslucidos de última hora, sin chistar se formarán al final, dócilmente. La obnubilación fiable se premia en grande. Las almas obcecadas danzan sólo para el Redentor. Y aunque María los ausculta con unos oídos tapados que no concurren, insisten en rezarle y cantarle con las fibras de Sansón y terrenal convicción. El peor acto es aquel que no se efectúa. Condensados, los majaderos confían sólo en el Mesías. Si te levantas y les gritas en las mejillas: ¡Todas las plegarias y necesidades se entregarán sólo a Jesucristo sin copilotos o añadidos!, entenderás apesadumbrado porque la iglesia católica no tolera la doctrina apostólica no corrompida. De tantos rezos, himnarios y ditirambos, que no parecerían fetichismo, algunos desubicados tienden a desatender al primer hijo de María. Los cristianos anémicos sólo encomian al Nazareno. Para conducir a las personas al Salvador, el Espíritu Santo no requiere de un lugarteniente, de impulsos externos o de una barra brava beatificada. Almas decrépitas que acumulan bazofia y contradicciones guardan la máscara para la próxima presentación a la madre de Jesús, la diosa tapada con el aire de un habano. Si te levantas y les gritas desgarrado: ¡Todas las caminatas deben ser sólo para Cristo!, la tierna y pechoña feligresía te remitirá a la unidad de cuidados intensivos del centro hospitalario más lejano. Con el claro propósito de evitar que los párrocos sean linchados por la multitud, el arzobispo de Roma les prohibió, con un revolver, expandir lo que patentemente las Letras Divinas opinan de las procesiones a María. Clérigos oyen desde sus parlantes internos: “es tarde para que el nuevo pacto tal cual nos domine” “la vacuna los dañará más que el cancerígeno catolicismo” “no hay salida para la petrificada idolatría romana”. La única verdad, estampada en los santos evangelios, armaría una revolución de tal magnitud, que los bautizados terminarían redimidos, dichosos, advertidos y biblistas. El caradura ora al Padre sólo por medio de Jesús en el ministerio del Espíritu Santo, sin otros contribuyentes, émulos o monitores.

Deuteronomio 4:15-16; Deuteronomio 11:16; Salmo 81:9; Salmo 36:7; Efesios 5:11; Efesios 3:21


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De “Las sotanas de Satán”.


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