domingo, 5 de febrero de 2017

La irisada santa sede



I

Experta en el comercio internacional y en el de ultratumba. Sutil en el trato con los interlocutores tenebrosos y sedoso juicio en la compleja e intrincada diplomacia. Operaciones mercantiles voluminosas y cazurras. Una economía de lo alto, con tentáculos espabilados en todos los bretes dolarizados y de alto rendimiento. La santa sede aspira a redimirlo todo, sin discriminar a los gánsteres, de los más disímiles cimborrios. Los malandrines accederán a ese desarrollo cartujo que dan los flemáticos procedimientos del papado.
En cada factura imprimieron a María de cuerpo entero, con un maletín de ejecutivo y un teléfono celular. El plectro de cada negocio inmenso es el pesebre. La transacción gris que besuquea al papa se expía. Profesora de la eficiencia y de los sigilos ruines. Zarina de los métodos de alcantarilla y bursátiles.
Narran que el gerente general del Vaticano es votado por Dios Espíritu Santo y que por eso es infalible con tres calculadoras financieras en cada mano. Si por las desdichas del destino hay monedas impúdicas, el lavado automático romano es muchísimo más blanco. El déficit y la rentabilidad negativa son luciferinos. Las utilidades jugosas y el mutismo de los matutinos son piezas evangelizadoras en el reino del vicario. La austeridad se extirpará sin adormecimientos, con una política monetaria iluminada por la voracidad. Cada lira se gestará con ese celo religioso con que los profetas anunciaban al Mesías.
En cada negociación rezan de rodillas el avemaría. En los montos abultados el rosario entra con clarines. Lo relevante es que Dios posea en esta bellaca tierra un regente inescrupuloso de su exclusiva confianza. La billetera del Hacedor no conlleva frivolidades. El vicario tiene claro que sin un suculento presupuesto el reino del Hijo de Dios quebraría aparatosamente, perdiendo de inmediato todo su sentido y razón de existir.
Lo reconfortante es que en medio del mundanal trajín los cardenales miran al cielo y descubren que vender pasajes aéreos en un mercado tan competitivo sería nocivo. El telefonista de las alturas no yerra en sus recados. Lo que no es lucrativo es ignominioso, del averno. Una ojeada a los ascéticos balances y actos papales inspiran con prolijidad la codicia y el agnosticismo. Mejor les es millares de monedas de oro y plata que la ley de la boca de la mismísima Trinidad. La santa sede es un paraíso fiscal ejemplar y Wall Street inspira a cualquiera.

II

Roma va tras la trascendencia y el lucro;
de lo lucrativo que es la trascendencia
y de lo trascendente que es el lucro.
Los sacramentos se rigen por las leyes del mercado
y sin una fina extorsión no hay obediencia.

Lucas 19:46; Eclesiastés 5:10; Santiago 5:3; Salmo 119:72

III

También la santa iglesia es definida como una mujer, santa y sin mancha. Mas también está la mujer corrompida, la gran Babilonia, que fue y será protagonista de las abominaciones de la tierra. Una mujer casta y una tenebrosa. Una manada pequeña y fiel y un rebaño multitudinario e impío ¿Cuál es la mujer sucia, la iglesia sucia, entonces? ¿Cuál es hoy la gran ramera, sentada sobre siete colinas? De todas, ¿cuál cumple con el perfil?

Lucas 12:32; Efesios 5:27; Apocalipsis 17:5-9

IV

Lava más blanco que la leche, es una lavandería venerada por los involucrados. Es que cuando enjabona es la madre que nunca se agota. Las manchas minúsculas las repasa tres veces. Da garantías de un aseo seráfico. Lo limpia todo, por fardos y camionadas. Si todo se descompone blanquea a la misma noche, y sin luna.

Lucas 13:24

V


La iglesia no es perfecta, ha pecado, un trillón de veces; se ha equivocado medio a medio, en otro cuatrillón de oportunidades. A la Biblia la mira de lejos, con recelo, casi siempre. La Tradición es su único uniforme, su grillete, su calamidad. Ama a Dios quien ama a Cristo, quien se convirtió a Él, quien confía ciegamente en el Espíritu Santo, único y suficiente mediador de todas las gracias.

Juan 6:60


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De la antología: “Las sotanas de Satán”.


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