domingo, 5 de febrero de 2017

La noche de san Bartolomé



El Pontífice se lo pidió como pastor a Catalina de Médicis, la complaciente reina madre que persuadió a su hijo. El papa y el colegio cardenalicio se embriagaron de regocijo bailando charleston en la iglesia de San Marcos con una medalla acuñada que glorificaba la matanza de miles de hugonotes.

El rey de Francia quedó como un místico y Catalina como Catalina de Siena.
El vicario lamentó que algunos evangélicos sobrevivieran a tan piadosa y noble matanza e hizo una granítica penitencia por este desvarío. Sangre derramada, papa chocho. Francia nunca más fue la misma.

1 Juan 3:15


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De “Las sotanas de Satán”.

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