lunes, 6 de febrero de 2017

Los estandartes de la beatitud



La Eucaristía es el especial sacramento que entrega la gracia requerida para no abrazar el pecado, ni por los bordes. Una borrachera, un ilícito, rehuir la misa, una eyaculación fuera del indivisible matrimonio, un chisme siniestro, un bofetón a la esposa, un desaire pomposo al hambriento o alguna otra inmundicia deliberada, son sencillamente imposibles entre hostia y hostia en los hijos espirituales de la virgen María. Los que van al templo todos los domingos relumbran una pulcritud envidiable e irrebatible. Se apartaron de los pecados mortíferos con una alegría que comparten con megáfono en azotea tras azotea, en fornicio tras fornicio, en esquina tras esquina y ni la guiñada de un topless levantisco los detiene. El contraste lo estampa la Eucaristía y a los no católicos los apresó el rencor. Amoroso Dios, misericordioso Dios, ¿qué sería de estos granujas y tunantes sin la Eucaristía? ¿qué sería de los pederastas sin el Viático?

2 Pedro 3:11; Hebreos 12:14; Mateo 23:28


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De “Las sotanas de Satán”.

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