En la Encarnación María le entregó su naturaleza humana y en la misma Encarnación y a la misma hora preordinada Dios le entregó su naturaleza divina y una misión sin igual. Ella fue concebida por obra y gracia del Espíritu de Dios. Son las dos naturalezas inseparables del Salvador, que era enteramente Dios y enteramente hombre; de Emanuel, el Dios transitando entre nosotros.
María: no era la madre de la divinidad de Jesús;
era ajena al lado divino de Jesús;
nada tenía que ver con la divinidad del Salvador;
no era la madre de su divinidad;
no es la madre de la divinidad;
no es la madre de Dios.
El Creador no tiene ancestros.
María, la siempre humana y nunca divina, era la madre de la humanidad de este divino ser, de este ser totalmente humano y totalmente divino.
Juan 1:14; Apocalipsis 5:12; Mateo 1:23; Isaías 43:10-15
NO SEAS CATÓLICO
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De “Las sotanas de Satán”.
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