domingo, 5 de febrero de 2017

Ay Cristo, que magisterio


El hombre yerra, el Magisterio yerra tenazmente. El alma humana se tima por todos los costados, el clero aún mucho más, alineada detrás de las herejías papales redondas. El sacramentalismo y la santurronería elocuentes brotaron de ese paganismo superferolítico obispal. El primer índice de los libros prohibidos de la Inquisición española prohibió terminantemente la lectura de la Biblia, con un celo criminoso. Varios tocados lograron salvar su alma igual. El Magisterio no siempre lo estropea todo y le da cagadera cuando ve a un monje de rodillas devorándose los Textos Sagrados con una fe sencilla. Sólo ellos: traficarán la redención, le protegerán las espaldas al Creador, resguardarán con celo el Decálogo del Éxodo, reclutarán a los radiopatrullas del purgatorio, poseerán la verdad en medio de la hoguera, espiarán y lavarán para la honra del Padre, ungirán como obispos a incontinentes y peristas, bajo la égida de los misterios de la fe.

Mateo 15:9; Lucas 6:39


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De “Las sotanas de Satán”.

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