lunes, 6 de febrero de 2017

Figurón


I

¿Con la Confesión queda convertido? ¿convertido en qué? ¿en quién? ¿cómo? ¿Flanqueado por la Eucaristía y las indulgencias nadie polemizaría sobre su ñenga y breve conversión? ¿Para qué se reconcilia con el Padre por un tris? Lavado, santificado y angelizado, y la maniobra no lo persuade ni a él. Prolongados chaparrones de sacramentos sobre sí y su sarnoso comportamiento no se desfigura ni en una coma, es más, suele recrudecer. Dios, que la jarana regada no sea un pecado funesto. Con su concupiscencia indomesticable y apetitiva cazcalea por los senderos de la lobreguez mirando hacia delante, gorgoteando y sin cespitar. Los sacramentos no garantizan la salvación; los méritos, las buenas obras, la caridad y el esfuerzo personal e impermutable, tampoco. Nada, absolutamente nada en la iglesia romana te asegura la salvación eterna, nada. A lo más, te dan un purgatorio de una tonalidad prevista. Es que la salvación es sólo por la fe en Cristo, sólo por su gracia. El edén no es ganable. Todas las buenas obras de la humanidad juntas más todos los sacramentos y valías, no alcanzarán para la salvación de una sola alma. El único mérito es Su sangre, fluyendo.

Colosenses 1:14; Mateo 24:51; 2 Pedro 2:4; 1 Corintios 10:21

II

¿Por qué? ¿por qué el católico piensa que debe colaborar en su salvación? ¿Por qué el bautizado se siente inseguro e inquieto al vivir, al apostar, al agonizar, al morir? Su sangre preciosa es mérito único y suficiente, y no hay industria humana que sirva de algo. La salvación en sí es por la fe en Cristo, por gracia. Mas esa grandiosa y permanente incertidumbre que ofrece a todos el catolicismo, lleva al rebaño a entregarle su confianza a los sacramentos, a las buenas obras, a la religiosidad popular, o a lo que venga, que parezca santo y sumador. El aspecto humano de la redención propiamente tal es decirle libremente que sí al Padre, nada más. Todo lo demás corre por cuenta de la santa cruz ¿Por qué en el silencio, un católico se repleta de vacilaciones, resquemores y humo negro? ¿Por qué nunca reposa a cabalidad?

Romanos 1:17; Filipenses 3:9; Romanos 5:1; 1 Pedro 1:19


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De “Las sotanas de Satán”.



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