Ninguno reza por mí, ninguno implorará por mí ni por los cientos de millones de abandonados a su suerte, que me acompañan descorazonados. Ni con otro mitin ardiondo abogarán por nosotros. Innumerables equinoccios han pasado y los ángeles se avejentan desgaritados. Las raciones de enjabonado son irrisorias y vanas. Como muchos, fallecí sin parientes rezadores, bautizado, confirmado, santiguado, oleado y disuadido. Que ominoso es tostarse sin que nadie jeringue al cura por las miles de misas que me faltan para ser trasladado a mi chalé definitivo, en el cual resido hace seis agobiantes y deplorables siglos ¿Qué sucederá en la parusía con los billones de presbíteros, diáconos y ovejas postergadas y engomadas a este ignífero purgatorio final? En este lado no hay cambios de horario ni moho y absolutamente nadie intercederá por mí otra vez, por ser un devoto anónimo, un menestral, enterrado antes del nacimiento de Cristóbal Colón. Nadie solicitará una indulgencia por mí. Estoy acabado, por ser un purgante ordinario. Fallecí hace siglos y hasta María se me corre.
Lucas 16:26; Mateo 25:32; Apocalipsis 3:16; Mateo 22:5
NO SEAS CATÓLICO
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De “Las sotanas de Satán”.
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