lunes, 6 de febrero de 2017

El excelso sacramento del perdón


I

Cuando acumula mucho o lo suficiente, acude a confesarse con el corazón humillado, con el alma adolorida por la misma y reiterada afrenta, con una bronca parida y momentánea al pecado, y con un remordimiento taxativo y desolador y con el propósito de cambiar y lustrarse a como dé lugar, sin mensurar detrimentos.
La confesión íntegra: eleva su nivel de conciencia; le ayuda muchísimo a domar las tentaciones por sabrosas e indefectibles que le parezcan y engrandece su vida cristiana notablemente. De testigo están los dragones ambarinos de siete pies.
La Penitencia es la confesión personal plena de cuerpo presente, con una lengua contenida que explosiona con autosugestión. De existir imposibilidad o impedimento, se usará el teléfono, un altavoz, el código morse, las señales de humo, el chat, las señas u otro, con criterio y restricción.

El sacramento del perdón:
te reconcilia con María y su hijo Dios,
con el regente de Baal,
con la rocosa organización eclesiástica,
con los iconos geodésicos y los crucifijos,
con la catinga del romanismo y su eminente hostia,
con los santos, beatos y los monaguillos;
le da colosales fuerzas para no pecar,
con las leyendas papales de meollo.
Una vez nutrido de la letra y espíritu de la Reconciliación,
el pecado le da hemiplejia, disentería.
Testigos son los elfos gordinflones derrengados friolentos.

El lene efecto encantador del perdón ritual subsiste escamosamente, por mientras veas al presbítero. Lo importante no es ganar, sino participar.

Ezequiel 36:25-27; Mateo 23:25; Romanos 7:24

II

Cometemos pecado mortal cuando ofendemos a Dios en una materia grave, deliberadamente.
Son pecados mortales:
secuestrar a Edgardo Mortara;
no hacerle una autopsia irrefutable a Juan Pablo I;
beatificar a Pío XII;
enriquecerse explotando a indígenas;
encubrir a los banqueros de Dios;
no denunciar con vigor al cura pederasta;
copular, copular y sonreír;
faltar a la misa cien domingos seguidos, alegres;
aplaudir a algunos tiranos desde la Santa Sede;
remitir fallecidos con fe al inexistente purgatorio;
ir tras el oro con los ojos desorbitados y un pesebre;
no pagar las indemnizaciones a las víctimas del clero
y las asignaciones familiares por los hijos de los curas.
Estos torcidos no participarán de la Comunión.


Resultado de imagen para romanos 7 24 Imagen relacionada


De “Las sotanas de Satán”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario