El practicante que se inmerge en los Textos Sagrados muchas veces no recoge ni una jota. Con su cara de Jerónimo Savonarola despista al vecindario y a los echacuervos. La debilidad con un vergajo lo azota. Si una fluorescencia de la Palabra le cosquillea no se conforma con gozar lo que no entiende. Las alhajas evangélicas le son un crucigrama. Otros postulan que la santidad cierta es inasequible, como algunas de las esquizofrenias de la mente.
Santiago 1:5; Juan 5:39; Salmo 119:33
NO SEAS CATÓLICO
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De “Las sotanas de Satán”.
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