Las decenas de automóviles marca Ford facilitados para pasear a la comitiva de Juan Pablo II, portadora de la llama de los sacramentos de la fe, por las calles de México, le enseñaron al rebaño que a Cristo no le agradan los automóviles japoneses. Por cada paseo del representante de Yavé, las empresas multinacionales corren tras el arzobispo para negociar un aporte económico a cambio de un sorbo de fe y toneladas de publicidad grácil. El economista de Roma le aconsejó al santo padre residir arriba de un avión, porque en tierra es puro gasto, camorras y comentarios socarrones.
Santiago 5:3; Eclesiastés 5:10
NO SEAS CATÓLICO
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De “Las sotanas de Satán”.
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