lunes, 6 de febrero de 2017

La patética realidad de esta fe


Ojalá finalice luego el rito, decía el cristiano;
ojalá concluya pronto la alabanza, suplicaba el hermano;
ojalá termine luego el rezo, declaraba el creyente.

Basta de fastidio, murmuraba el cristiano;
ya no lo soporto, comentaba el hermano en la fe;
estoy harto, replicaba el creyente.

En el rito la frivolidad se encapota,
en los himnos la sensualidad se diferiría
y en el rezo se prohíbe boquear.

En las salidas nocturnas hay libertad de acción,
en las calles el evangelio es abismado
y nadie se enterará de lo que no eres.

Concluyó la alabanza, aliviado está el cristiano;
terminó el rezo, el hermano se sonríe solo;
se acabó el rito, se acabó el creyente templado.

Empezó la consagración, ya no hay cristiano;
comenzó el compromiso, desapareció el hermano;
es hora de trabajar, se fugó el creyente.

¿Cuál creyente?, dijo el cristiano;
¿cuál cristiano?, dijo el hermano;
¿cuál hermano?, dijo el creyente.

Apocalipsis 3:16; Mateo 22:5


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