Sólo el Señor perdona pecados, el sacerdote no emulará a Dios. Un párroco asolapado en su sotana no absolverá jamás a otro transgresor. Un carnal impenitente ordenado no dispensará a un lascivo sincero o chacotero. La fidelidad a la iglesia implica ser fiel a Cristo. Sí, en los apóstoles habitaban con autoridad la doctrina de la redención y la del lago de fuego, como quedó estampado en el nuevo testamento, sin la herejía de ponerse en el lugar de Dios.
Doblamos abatidos nuestras rodillas delante del Padre para que a través del suficiente Jesucristo, el Espíritu Santo sólo nos guíe al arrepentimiento y al perdón directo, breve y total, del bondadoso Dios, sin ninguna intromisión humana en el perdón en sí. Nadie se sentará en el trono del Perdonador, ni por un rato, ni vestido de negro seráfico.
Pedro le dijo a Simón que se arrepintiera y que le pidiera perdón a Dios directamente. Como siervo de Cristo, Pedro tenía más que claro que por ningún motivo podía perdonar pecados. La desobediencia le hubiese hecho un clérigo católico. Intentar suplantar a Dios es una heterodoxia ruda.
Como algunos se arrepienten siempre de lo mismo, el pastor retiene la hipocresía de la oveja conduciéndola a la auténtica enmendadura, aleccionándola con la remisión correcta. También es posible que seas absuelto formalmente y repleto del Espíritu Santo en el suelo de un cornijón sucio y sin ley, del barrio.
El pastor sí retiene los pecados y los líos de aquellos creyentes impíos que no se convierten a Cristo y que piensan torpemente que son hijos de Dios. El Padre misericordioso a todos perdonará. El arrepentimiento íntegro es el primer paso. El perdón divino proviene del divino Jesús.
Hechos 8:22; Mateo 6:14-15; Salmo 103:3; 1 Juan 1:9, Salmo 51:7-10; Salmo 79:9 Mateo 9:2; Mateo 9:6; Marcos 2:7
NO SEAS CATÓLICO
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De “Las sotanas de Satán”.
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