Las religiones antiguas de Roma y el magno imperio son la madre del desconsolador romanismo. Isis, Deméter, Cibeles, Venus, Diana, Astarté y las otras diosas madres, son las progenitoras del dogma de la inmaculada concepción de María. Para elaborar todos los desajustes imprescindibles, los teólogos continúan estudiando la Escritura con pasión babilónica, corrompidos de antemano. Anhelan las menores diferencias posibles entre el catolicismo y el cristianismo de Cristo. El autoritario e inexorable paganismo de la época, más los nutrientes del descarriamiento, se fusionaron con pericia y caninez, cimentando así la fatídica y vacía iglesia católica. El sincretismo es el pentágono de Luzbel. Poderosos, políticos, padrinos, empresarios y curas de arriba, erigieron y consolidaron el insaciable Vaticano. Los forzados sucesores del supuesto primer papa, concretaron una pira de tretas formales y dogmas que fortalecieron la sacra opresión, resguardándose los esplendorosos intereses. Si la Sagrada Tradición católica coincide en algunos puntos con la Sagrada Escritura, lo asumen con resignación y nadie se exaspera.
Marcos 7:9; 1 Pedro 2:4-8
NO SEAS CATÓLICO
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De “Las sotanas de Satán”.
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