El miércoles de ceniza, el viernes santo y todos los viernes del año, son días de penitencia con ayuno y abstinencia. Sólo el obispo aprobará un número extraordinario. El ayuno suele ser una huelga de hambre augusta, con la sonajera de tripas de algunos fieles. La panza de los obispos quedó dispensada de esta mortificación de subordinados. Obesos, emblemas de la gula y de la bestia, serán apartados de los sacramentos si no esquivan las tentaciones gastronómicas de las sombras. Los inapetentes son más cercanos al Señor. Invitar al pueblo de María a beber cerveza o a ver las frivolidades de la televisión católica en un día de penitencia, dejaría al obispo con embolia. Por pudor, el vituperio, los excesos y el bureo, se ejecutarán concluido el día sagrado. De esta manera, nadie pone dificultades y el clero guarda un reverenciador silencio.
Una buena obra de Penitencia sería:
no desear la concubina del hermano en la fe;
no pensar en asados regados;
donar en la teletón social un monto doloroso;
parar de mentir fríamente;
esperar con fe el otro día para aparearse;
fumar y apostar con disimulo;
comprar vino y solidarizar con la sed vecinal;
contraer drásticamente los chismes y las puteadas;
disminuir agresivamente las obscenidades;
no ver las telenovelas católicas o lacerar los pensamientos impuros.
Todo se hará en actitud de meditación.
Fornicar los viernes es más indigno que de lunes a jueves, antes del almuerzo. Hacerlo en cuaresma es un sacrilegio. Ningún sacerdote eyacularía un viernes. Enjaular las bajas pasiones con un cerrojo suizo, golpear al demonio debajo del vientre y apartarse de todo asomo de mundanalidad, son los sacros objetivos de los días de penitencia. Un día sagrado es luz, ante tanta transgresión soez. La violencia y la lascivia en semana santa, la tacañería y los vicios en tiempo de cuaresma, la concupiscencia y las farsas en el mes de María o los viernes orgiásticos, son un rebullicio.
Colosenses 3:5-6; Mateo 24:13; Mateo 7:13-20; Tito 2:12
NO SEAS CATÓLICO
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De “Las sotanas de Satán”.
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